domingo, 30 de enero de 2011

Escultura en Valladolid.





En el Museo de Escultura de Valladolid podemos observar una interesante colección de piezas, la mayoría religiosas, fechadas entre la edad media y el barroco. No se trata de una aburrida sucesión de vírgenes y santos. Su acertada ubicación hace que te enfrentes cara a cara a las obras. Sin esconder nada a tu curiosidad. La proximidad te permite observar detalles que, de otra manera, se escaparían en un contexto habitual.
Una a una aparecen en un recorrido amplio y sosegado. Impresiona la gran estancia en la que un descomunal altar es presentado piso por piso, uno detrás de otro. Su vigorosa arquitectura es poblada de enormes figuras destinadas a cautivar, a veces a atemorizar. La acertada falta de contexto hace que puedas acercarte y mirar un trabajo de autor cargado de expresividad y dramatismo. Líneas faciales, profundas miradas, pliegues de ropajes, estudiados escorzos, movimientos casi imposibles... Toda la grandeza creativa de unas piezas que desvelan la destreza de un trabajo manual que alcanzó cotas difíciles de igualar.
Cuando observamos obras egipcias no tenemos en cuenta el trasfondo ideológico que los sacerdotes o faraones de uno y otro lado del Nilo cargaban en sus encargos. Vemos la obra en sí. Aquí, por momentos ocurre igual. Vemos un trabajo digno de ser admirado, más allá de su significado.
El origen de la colección proviene de la necesidad de conservar unas obras de arte tras la supresión de conventos en 1836. Ricardo de Orvieta reúne en 1933, durante la II República, una colección que ha ido creciendo gracias a donaciones, depósitos particulares y compras realizadas por el Ministerio de Cultura. Después de sucesivas localizaciones en diversos edificios, por fin encuentran un marco adecuado para su contemplación y estudio.

sábado, 29 de enero de 2011

Escalera en el Museo Nacional de Escultura.





Vaya mezcla de estilos. Unas traza sencilla, dos tramos rectos dentro de un cubo rectangular, se complica con una decoración exuberante, fruto de la unión de las diversas influencias artísticas que se desarrollaban en aquella época.
En España triunfa el gótico en su última etapa. Escudos y cadenas, arcos rebajados y columnas helicoidales empiezan a ceder espacio a unos nuevos elementos: es la moda italiana. Profundos almohadillados y perfiles más sutiles empiezan a hacerse hueco en este universo de arcos lobulados, hojarasca y campos muy acotados con franjas.
Estamos en los años de la Reconquista. Los cristianos no tienen reparos y se maravillan ante el trabajo realizado por los árabes en piedra, yeso y madera. Sus techos son un símbolo de admiración y respeto, y cualquier patrono que se precie ha de contar con una obra suya.
Alonso de Burgos utiliza su influencia y cercanía a los Reyes Católicos para crear este edificio. Un colegio edificado entre 1488 y 1496. ¡Qué época! Durante estos años se descubre América. El contacto con el mundo árabe es más que estrecho debido al pasado reciente. No se tienen tantos prejuicios ante esta convivencia y rivalidad que ha sido el pan de cada día durante más de 700 años. Además, como he apuntado, los dignatarios regresan de sus viajes por Europa donde una nueva corriente, el Renacimiento, intenta recuperar un pasado de esplendor. Se tiene ganas de fin de guerras, de oscuridad. El caciquismo local pierde influencia en favor de una administración más engrasada, capaz de administrar estados cada vez más fuertes y complicados.
Todo esto tiene un reflejo en el desarrollo del arte. ¿Qué vemos ante esta escalera? Escudos y cadenas (a leer: los reyes... otra plaquita); flor de lis (Alonso de Burgos, los emblemas... otra plaquita). Y lo que más me interesa a mi: el trabajo del autor, de los artesanos. Aquí vemos el esfuerzo conjunto de trabajadores con "escuelas" muy diferentes. Tradicionales, que continúan con la herencia gótica en barandilla, arcos lobulados... "Innovadores" que esculpen los paramentos almohadillados, cenefas de secciones más contundentes... Mozárabes, que entrelazan y trabajan la madera de manera impecable en el techo...
El resultado: una imagen impactante, recargada.
Interesante ejemplo de desarrollo de estilo.
No se sabe con certeza el autor responsable de tal combinación, un poco forzada para mí, pero repito, muy interesante.

Soledad en el convento.





El fin de semana pasado pusimos rumbo hacia Perales del Río. A los pies del embalse de San Juan (lo que se llama la playa de Madrid), se encuentra este pueblo con un desarrollo... bueno, digamos que el pueblo no es lo más bonito. Sin embargo, una avenida lo comunica con la entrada a un recinto de historia asombrosa.
Un día vimos un reportaje sobre la vida de un arquitecto que en su día compró un gran monasterio. El edificio impresiona por sus dimensiones, amplitud, y su estado... en ruinas. Ya sabeis, me atraen. Así que esa fue la excusa para ir a su encuentro.
En el reportaje el dueño explicaba que había restaurado una torre. Allí vive rodeado de libros y soledad, imagino, un poco como un antiguo ermitaño. El resto permanece apuntado, protegido por unos muros, antiguas defensas de la congregación.
En la entrada, una placa recuerda el acuerdo que este arquitecto ha llegado con las autoridades locales para que su propiedad pase a manos municipales en el futuro. Supongo que los costes de conservación o su restauración serán elevados y espero que en su futuro se encuentre un adecuado destino y uso.
De momento, gracias a esta persona, se ha detenido el deterioro (abandono) de un gran recinto monumental.
Simplemente, por mi parte: muchas, muchas gracias.

jueves, 27 de enero de 2011

Juego de rectas en un baño.





Hace un par de días comentaba la inclusión y disposición de unas fotografías en un baño. Hoy presento cuatro fotografías con aspectos y visiones más generales.
En la primera se observa la impresión general al abrir la puerta. Lo primero que quise trasmitir es una continuidad del salón precedente hacia el interior. El tratamiento y utilización de materiales nobles nos aleja de la imagen clásica de un baño. No vemos azulejos (lo "normal"...) sino unas paredes con un tono de color un poco más oscuro que el salón: del terracota se da paso a un rojo "turco" mate, más intimo de acuerdo a la función de aseo. Un gran lavabo isabelino antiguo de caoba aparece de frente. Su elegante (bueno, y también pomposa) silueta se recorta en el fondo de la pared. Casi se escucha un ¡Alaaa! cuando el invitado abre la puerta, pero se tiene la sensación de que esta habitación está a la altura de la precedente.
En la segunda y tercera fotografía vemos detalles del suelo y zócalo. El travertino oro escogido sirve de continuidad al piso en roble del salón. Su continuidad en grandes placas por el zócalo remarca la disposición simétrica de los habitáculos laterales (excusado y vestidor con ducha). A los pies del lavabo, un rectángulo en mármol verde rodeado por una cenefa en travertino rojo intenso sitúan el gran mueble, lo presentan. Estamos en un cuarto de baño, y su uso continuado ha de hacernos pensar en la higiene y limpieza. El zócalo es una opción adecuada que permite estos aspectos.
En la cuarta fotografía vemos una imagen con el juego de molduras en el techo. Se repiten tanto en el espacio central como en los laterales. Su tratamiento es similar y el modelo escogido repite consecutivamente hendiduras y hojas de acanto. Se podría optar por una propuesta más elaborada pero creo que esta es suficiente... Techos en el mismo rojo, aunque parezca mentira, prolongan el espacio. Provocan un juego de bandas de impronta seria. Las molduras de las puertas, que se interrumpen en el zócalo, incrementan este juego rectilíneo.

miércoles, 26 de enero de 2011

Museo de escultura, Valladolid. Edificio.





Este Verano iniciamos un viaje de fin de semana sin rumbo fijo por el noroeste de Castilla y León. Tras diversas paradas llegamos a Valladolid. Ciudad no especialmente bien tratada por el paso del tiempo, en ella se encuentra un edificio que justifica su vista: El museo Nacional de Escultura. Situado dentro de un antiguo convento, su rehabilitación me parece una de las más acertadas que he observado en tiempo. Se ha centrado en la recuperación limpia del edificio, buscando la creación de grandes espacios neutros en las que exponer la colección. Marcos y detalles ornamentales en piedra son resaltados discretamente, y se ha obtenido un recorrido agradable salpicado de sorprendentes piezas.
Pocas son las intervenciones ajenas a la estructura original del edificio: la entrada (que espero resista bien el paso de las modas en arquitectura...) y una galería acristalada. La última fotografía destaca el efecto de la sombra de una sucesión de arcos oculta tras un cristal traslúcido. No se el motivo de ocultarlos tras esta pantalla, pero el resultado me parece conmovedor, digno de un anuncio publicitario o algo así.
La ubicación calculada de las piezas expuestas satisface enteramente mi curiosidad, invita a una admiración sosegada. Más de una vez volví mis pasos atrás para recrearme en las obras y eso denota que la función didáctica del museo funciona. Atrae la curiosidad, te hace preguntarte cuestiones de difícil respuesta, pero sus obras se muestran sin impaciencias para que tú resuelvas tus dudas.
Lo dicho. Este museo por sí solo justifica una visita a Valladolid.

martes, 25 de enero de 2011

Fotografía en el aseo.





Cómo ha cambiado todo. Ya casi no nos acordamos de la incertidumbre que antes de la era digital resultaba sacar fotos. Tu podías imaginar, intuir aquello que retratabas, pero la verdad no era confirmada hasta que no la veías impresa en papel.
De aquella etapa son estas fotografías que cuelgan en el interior de un aseo. Viradas en sepia y enmarcadas con un modelo "arquitecto" negro, las dispuse en el frente de una pared. Desplazadas del centro, obligan a que para ser admiradas en conjunto, hay que abrir toda la puerta. O entrar en el interior y descubrir que se esconde una quinta fotografía en el muro contiguo. Pertenece a otra serie, en blanco y negro, pero con el mismo tema.
Son detalles, vistas muy concretas de objetos puntuales, del jardín de La Granja (Segovia). Primeros planos de la cara de un angelote, de un jarrón a punto de ser "devorado" por un seto de boj, y otras vistas más generales.
La razón de su disposición, aparte de la sorpresa, radica en que no han de competir con un importante grabado antiguo situado encima del aseo. El profundo fondo rojo-sangre, actúa de marco perfecto a estas ventanas, que muestran imágenes que parecen estar más allá del muro del que penden. Creo que es una acertada disposición y, aunque parezca mentira, el lugar idóneo para su exposición. La privacidad del lugar, su uso individual, invitan a una contemplación despreocupada, que sacia la curiosidad del espectador hasta el punto que el desea.

viernes, 21 de enero de 2011

Vuelta a la seriedad.





Verona, la tienda, luce una renovada imagen. Se acabaron de momento las lucecitas, las guirnaldas y las mesas con mantel rojo.
Vuelve la seriedad, pero con algún detalle divertido.
Renovamos aromas en velas e inciensos. Perfumes nuevos para el hogar en esta temporada. Exóticos y clásicos fusionados con acierto. Variedad en la que encontrar uno a la medida de cada cual.
Vajillas clásicas y contemporáneas. Redondas y cuadradas. Completas (con sus 24 platos llanos, juego de café para 12, sopera, bandejas...) y las calculadas para parejas en su uso diario (32 piezas)... juegos de saleros, recogemigas...
Velas cuadradas y en bola. Largas o con muchas mechas. Eso sí, con ceras y parafinas de calidad que no contaminen tu ambiente en casa.
Sillones y sillas, mesitas de pared y de centro... Cuadros y espejos, fotografías enmarcadas...
Una selección que esperamos sea de tu gusto.

miércoles, 19 de enero de 2011

El jardín de los bonsais.





En la parte más elevada del Jardín Botánico de Madrid se encuentra este pequeño tesoro. Una colección de extraordinarios bonsais que Felipe González donó a la institución después de ser Presidente del Gobierno.
Casi escondido a las miradas ajenas, hace falta un pequeño esfuerzo para llegar hasta el (venga, solo es una pequeña cuesta...) Es como un jardín secreto dentro del Botánico.
Los bonsais se presentan sobre bancos o pedestales rectos de granito, a modo de galería de arte, con un acertado (y a veces perfumado) fondo de laurel recortado en un recorrido corto salpicado de miradores con vistas al resto del jardín.
Recomiendo que, aunque no te entusiasmen estas pequeñas creaciones (realmente se crean con el trabajo paciente y continuado, minucioso e ininterrumpido), te asomes a este rincón y compruebes su belleza. Retorcidas piezas individuales o evocadores grupos en forma de bosques, atraen nuestra curiosidad por su fragilidad, por su detalle.
Pequeños brotes de diminutas hojas intentan crecer entre alambres que encauzan su desarrollo. A veces, una simple roca plana es la base de un conjunto de árboles reducidos cuyas raíces intentan aprovechar a nuestra vista la poca sustancia de la que disponen en sus mini cepellones...
Un mundo encantador, muy distinto si se visita en Invierno o en Verano. Imagina el estallido de color en Primavera o calcula su belleza de Otoño.

martes, 18 de enero de 2011

Amsterdam.





Ciudad abierta, viva, de comerciantes. Una ciudad para pasear en bici, andar, descubrir. Recuerdo en mi primer viaje (hace bastantes años) que conservaba más su esencia. Enseñaba con orgullo en multitud de tiendas artículos de importación entonces casi en exclusiva: infusiones y te. Chocolate y especias. Ahora, con la globalización, y como ha ocurrido en toda Europa, encontramos las mismas tiendas, las mismas marcas (ropa, deporte...) en todos los lugares. Se ha perdido un poco de identidad propia local.
Aunque así, todos tenemos a nuestro alcance, allá donde vivamos, lo que se supone que es lo mejor, o lo que pretende serlo (ya sabes, el milagro de la publicidad al servicio del populismo primario). Es el desarrollo universal del comercio. Algo de lo que saben mucho los holandeses.
Creo que la razón de sus estrechas fachadas está en una antigua imposición de impuestos basada en los metros que estas tenían hacia las calles. Más estrecha, menos impuestos.
Empinadas, a veces imposibles escaleras (en España impensables, no pasarían una sola ITE), grandes ventanales (ellos sí que aprecian el valor del sol), una peligrosa e intencionada inclinación hacia el exterior (así se facilitaba la mudanza de objetos a través de una polea que pervive muchas veces en la parte más alta de las fachadas y de esta manera evitaban los arañazos y se descargaba directamente a los carros), señas de identidad de unas construcciones que se nos antojan pintorescas, pero que son el resultado de una conciencia práctica que lucha por su supervivencia.

lunes, 17 de enero de 2011

Plantas acuáticas en el Botánico de Amsterdam.





Realmente sorprendente. Parece mentira que una planta tropical se pueda desarrollar así en un estanque. Más sorprendente es si este estanque se encuentra al exterior en Amsterdam. Pero está allí. Desplegando sus grandes hojas sobre la superficie del agua y ancladas al fondo con robustos tallos sumergidos.
Me viene a la memoria una antigua película en blanco y negro de Tarzán, en la que su hijo juega a deslizarse por las corrientes de un río encima de una de estas hojas. Me parecían increíbles pero ahora comprendo que pueden ser realidad. Robustas y compactas, parecen un poco amenazadoras, como una planta carnívora. Pero a la vez incitan a ser tocadas, a poner la palma de la mano sobre su superficie para comprobar lo esponjosas y suaves que son.
Me imagino que parte de su vitalidad reside en los cuidados de los empleados del jardín botánico, pero parece más un éxito de adaptación natural. Sus flores blancas, tan exóticas como el resto, afloran a la superficie y se abren a pesar de la escasez de sol. Tampoco parece que les afecte que acababa de caer una abundante tromba de agua fría.
Es lo que tiene "vivir" en Amsterdam...

domingo, 16 de enero de 2011

Jardines tras las fachadas de Amsterdam.





Amsterdam. La ciudad de las casas de fachada estrecha con vistas a los canales esconde en su parte posterior todo un abanico de pequeños (a veces no) y encantadores jardines. Todo un mundo privado e individual que permanece oculto a la curiosidad de los turistas salvo contadas ocasiones.
Parece mentira que en esta latitud, con unos muy duros inviernos, se puedan desarrollar verdaderos vergeles. No en balde, estamos en el país de los tulipanes y de los bulbos, de la importación de plantas exóticas que luego distribuyen al resto de Europa.
En estas traseras tan estrechas como sus fachadas sus habitantes crearon y mantienen jardines en diferentes estilos. En ellos resalta el verde, la frondosidad de las plantas ayudada por una intensa humedad y los cuidados minuciosos de unos propietarios que se relajan aquí de su rutina.
También aquí el agua está muy presente en forma de estanques que ocasionalmente se complementan con surtidores, nenúfares y otras plantas acuáticas. Estatuas y jarrones decoran los rincones y siempre se encuentra a mano un banco o peana donde sentarse y disfrutar.
Las fachadas traseras sirven de telón de fondo a este universo secreto y son diseñadas para reflejar los gustos de cada propiedad, a veces, tanto o más que en la principal.
Para los extranjeros no existen muchas posibilidades, pero busca con esmero en guías y no dudes en visitarlos. Te encantarán.

sábado, 15 de enero de 2011

Máscaras en el Torreón de Lozoya.





Inquietantes. Siempre me han resultado así.
Esta modalidad de "retrato", tan cultivada por los romanos en sus monumentos, y que en diversas etapas de la historia ha resurgido con fuerza, está presente en este patio segoviano. Encima de cada columna, aparecen las imágenes de estos personajes. No se mencionan sus nombres, su estado de conservación es desigual (lo que delata diferentes épocas), pero su presencia asombra.
Para muchos seguro que solo son otro detalle decorativo, aunque estoy seguro que sus autores se sintieron muy orgullosos de que su imagen apareciera en tan singular recinto. Se podría decir que es igual al estado de ánimo que los personajes que pueblan nuestras publicaciones actuales sienten al ver su rostro aparecer en ellas. Y al igual que entonces su "importancia" se olvida con suma facilidad y no deja de ser otro rostro más entre un montón.
Completo esta singular galería con la cara "restaurada" de una esfinge situada en la plaza (S. Martín) delante del torreón.
No dudes en ampliar la imagen y ver con detalle los estragos que le ha hecho el paso del tiempo. Y me imagino que el vandalismo, las guerras, la incultura (que es lo mismo)...
Pedazos de una obra unidos con mayor o menor acierto, en los que su atracción (sobre todo en una fotografía descontestualizada como esta) reside tanto en las partes como en su unión.
Si la miras con detenimiento esta si que es inquietante.

jueves, 13 de enero de 2011

Jabatos en el río de Madrid.





Una de las cosas más divertidas dentro de la obra de "Madrid río" nos la ofrecen estos animalitos que pueblan los repetidos parques infantiles repartidos a lo largo del recorrido en las nuevas márgenes del Manzanares.
Son como una manada de lechones (cerditos o algo similar...) que, cuidadosamente repartidos entre troncos secos, comparten espacio junto a redes, juegos de troncos, etc.
Apoyados en una base de gravilla, "caminan" en grupos con una dirección determinda, y son el marco perfecto de alegres fotografías para peques. Aunque durante mi paseo pude comprobar que llaman más la atención a los adultos, y... son el blanco de las risas de los adolescentes. Esperemos que estos se comporten bien y los traten con el debido respeto al igual que el resto de las instalaciones.