miércoles, 26 de enero de 2011

Museo de escultura, Valladolid. Edificio.





Este Verano iniciamos un viaje de fin de semana sin rumbo fijo por el noroeste de Castilla y León. Tras diversas paradas llegamos a Valladolid. Ciudad no especialmente bien tratada por el paso del tiempo, en ella se encuentra un edificio que justifica su vista: El museo Nacional de Escultura. Situado dentro de un antiguo convento, su rehabilitación me parece una de las más acertadas que he observado en tiempo. Se ha centrado en la recuperación limpia del edificio, buscando la creación de grandes espacios neutros en las que exponer la colección. Marcos y detalles ornamentales en piedra son resaltados discretamente, y se ha obtenido un recorrido agradable salpicado de sorprendentes piezas.
Pocas son las intervenciones ajenas a la estructura original del edificio: la entrada (que espero resista bien el paso de las modas en arquitectura...) y una galería acristalada. La última fotografía destaca el efecto de la sombra de una sucesión de arcos oculta tras un cristal traslúcido. No se el motivo de ocultarlos tras esta pantalla, pero el resultado me parece conmovedor, digno de un anuncio publicitario o algo así.
La ubicación calculada de las piezas expuestas satisface enteramente mi curiosidad, invita a una admiración sosegada. Más de una vez volví mis pasos atrás para recrearme en las obras y eso denota que la función didáctica del museo funciona. Atrae la curiosidad, te hace preguntarte cuestiones de difícil respuesta, pero sus obras se muestran sin impaciencias para que tú resuelvas tus dudas.
Lo dicho. Este museo por sí solo justifica una visita a Valladolid.

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