La cordial amabilidad de la cajera del museo. Un paseo al anochecer entre las almenas del castillo. La felicidad de un merecido descanso. Disfrutar tranquilamente de obras maestras, grandes y pequeñas. Rincones que hablan de vida e historia.
Y sobre todo la inquietud de interrogar todo lo que me rodea, todo lo que me produce placer.
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