miércoles, 16 de marzo de 2011

Escultura en la calle. Praga.





Praga es una de esas ciudades encantadoras cargadas de arte. Es una ciudad para pasear, para perderse por sus calles y disfrutar de la presencia del arte con mayúsculas. Muchas de sus viviendas despliegan hacia el exterior un repertorio de esculturas buscando excusas de lo más insólitas: un simple farol se convierte en una abigarrada secuencia de figuras que sostienen una hornacina de cristal que desprende luz; en la esquina de un balcón, un niño, un querubín, juega y se divierte sentado sobre la barandilla...
Es un placer que todo esto se conserve y se muestre con sencillez natural. Solo has de levantar la cabeza, tener curiosidad, detenerte a observar y disfrutar de pequeños detalles. Conviven estilos muy diferentes, desde el art-noveau a otros mucho más eslilizados de la época socialista, pasando por un desbordante barroco, muestras del tosco románico...
Al final no importa el estilo, sino cómo se resuelve bien dentro de un espacio determinado. Cómo dialoga con los elementos que le rodean. Y la mezcla en este caso resulta enriquecedora, divertida, apasionante.
Pasear por las calles de Praga...

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