jueves, 28 de abril de 2011

Barbacoa. Cesto de frutas.





Un solitario cesto de frutas. Invierno o Verano, Primavera y Otoño. Siempre está ahí.
Fue un regalo que hice hace mucho tiempo para adornar de manera permanente esta mesa instalada en la primera zona rehabilitada del jardín. Creo recordar que lo compré en las extintas Galerías Preciados (uf, compras de temprana juventud) en una feria de artesanía mexicana. Un cesto de frutas de terracota cocida que parecía tener su sitio en este rincón del jardín, después de haber permanecido en algún rincón de la cocina de mi casa.
Al principio, recuerdo, mantenía unos colores vibrantes: amarillo para el plátano, rojo para el pomelo, verde para las hojas... sobre la superficie áspera del barro. Poco a poco esta capa de color se ha difuminado y ahora la superficie se ha vuelto frágil. Pequeñas grietas surcan las paredes del cuenco. Da un poco de miedo moverlo, pues temes que se deshaga en tus manos.
Pero su sitio está ahí. Sobre una gran laja de piedra soportada por una simple viga de hierro oxidada. Si lo llego a diseñar ahora me dirían lo moderno que es. Combinación de una roca con el toque industrial del hierro. Ahora es moderno. Y antes también.
Respondía a la simplicidad de crear una mesa para el exterior, con la mínima base posible, para un uso inmediato en cualquier ocasión. Y vaya si a dado su fruto. Meriendas y cenas. La primera hamburguesa con los niños en el jardín en la temprana Primavera, aún con las chaquetas puestas...
Ya no está a su lado un álamo, casi el único testigo vegetal que existía aparte de matorrales antes de crear el jardín. Un vendaval lo derribó. Pero tubo el cuidado de no caer encima de ella...

martes, 26 de abril de 2011

Barbacoa. Piezas antiguas.





El tiempo y las inclemencias han hecho que todos los elementos que se unieron para formar esta barbacoa formen conjunto. Casi todo permanece igual que cuando se terminó: la decoración de cuencos y jarrones, los pequeños farolillos que discretamente se colocaron en ambos extremos del final del tejado, la grifería que aunque nueva ha adquirido un aspecto "antique" que hace que no llame la atención...
Con la lluvia y el viento, ranuras y rincones han oscurecido justo el punto de volver el espacio encantador y sereno, dar la impresión de mimetizarse con la vegetación que lo rodea, y destacar solo lo necesario por su contenida grandilocuencia en combinación de colores, grandes vigas y rocas y por sus elementos singulares.
En estas fotografías podemos comprobar como el hierro de los farolillos se ha oxidado ligeramente, las maderas que rodean el lavabo se han abierto, mermado y retorcido un poco, con naturalidad, y el revoque de las paredes ha perdido su intenso color rojo en las partes más sobresalientes. Han "emblanquecido", si se puede decir, y da una imagen de superficie muy auténtica.
Esta superficie al principio se iba a realizar creando formas de escayola con la ayuda de una escoba. Al final la masa de escayola, después de realizar diversas pruebas, la apliqué con mis propias manos, dejando surcos con los dedos y relieves con las palmas. Más contundentes en la parte superior cercana al tejado y menos destacada según me acercaba al zócalo y encimera.
Desde luego estoy muy satisfecho de cómo hasta ahora la barbacoa ha soportado el paso del tiempo. Su uso (por supuesto que se utiliza) permite realizar grandes parrilladas o deliciosas paellas debido al tamaño de su rejilla. O simplemente sentir admiración por el fuego cuando se enciende para contemplarlo o sentir el calor de sus llamas cuyo humo asciende por una campana de obra convenientemente estudiada.

domingo, 24 de abril de 2011

Barbacoa. Grandes rocas.





Cuando se construyó esta barbacoa una de las primeras fases que determinó su forma fue la colocación intuitiva de estas grandes piedras. Tres grandes bloques de arenisca, traídos con un camión pluma y de difícil manejo.
Bueno, lo primero si que fue más intuitivo. En una rampa de arena por la que descendían los camiones a la parte baja de este jardín, un día, aprovechando una escavadora ordené que se hicieran unas incisiones en la pendiente. Quería acotar el paso de vehículos, y de ahí surgió la futura planta de la barbacoa. Irregular, sin escuadras. Con la misma pala se hicieron los huecos para apoyar los grandes bloques de roca, enterrados una buena parte para asegurar su estabilidad.
De ahí surgió la necesidad de plantear la encimera de trabajo, canalizaciones (electricidad, agua, conducciones de riego, iluminación...) y todos aquellas zonas que en su conjunto darían forma a esta pieza.
Con elementos antiguos (me encanta la inscripción en una viga que la databa en el año 1868, si no me falla la memoria), y otros modernos, se fue creando un espacio agradable, natural, como si siempre hubiera estado allí.
Una reja antigua, traviesas de vía, una columna de inspiración clásica algo tosca, un lavabo similar, losetas de mármol envejecidas, la melena (contrapeso) de una antigua campana de iglesia... todo fue lentamente encajando.
Para el suelo se empleó losetas envejecidas, buscando el lado práctico en cuanto a limpieza se refiere, y su enlace con el resto de pavimento rústico en piedra irregular se realizó mediante una sencilla banda de losetas en distinto color. Simple y discreto.

sábado, 23 de abril de 2011

Un macarrón gigante en Madrid rio (III).





Mucho me han preguntado acerca de mi valoración final en comentarios anteriores acerca de la actuación en el proyecto Madrid Río. Este examen a valorar tienen muchos apartados:
Idoneidad: pues considero que una obra empezada ha de acabarse. Una obra cuya máxima era recuperar unas márgenes que no existían para la ciudad porque estaban acosadas por el tráfico rodado, no tenía sentido sólo con los túneles. Realizar actuaciones temporales me parece desperdiciar presupuestos muy necesarios para resultados finales y permanentes.
Proyecto: complicado, personal. Demuestra un sentido del paisajismo pensado para el paseo. Coincido en la importancia en el gran número de especies plantadas. o incluso con el tiempo añadiría más. En variedad y cantidad.
Ejecución: es de los apartados más destacables. Todo proyecto necesita una ejecución a su altura y en este caso los remates realizados, el mimo con el que se han plantado los árboles (distancia entre sí, inclinaciones, agrupamientos...) me parece premiable y su labor ha de estar recompensada con más encargos.
Objeciones: el tiempo determinará los aspectos a retocar. Mis desacuerdos apuntados en anteriores referencias al proyecto constatan mi punto de vista. El tiempo decidirá si he acertado.

lunes, 18 de abril de 2011

Un macarrón gigante en Madrid rio (II).





Cuatro imágenes desde el interior del puente instalado sobre el Manzanares a la altura (un poco después según el curso del río) de Pirámides. La estructura de acero, que ya mencioné me recuerda no se si a un macarrón o a un fusilli gigante, se retuerce y para que no sea monótona se recubre parcialmente de una malla. Esta creará algún que otro problema de limpieza (ninguno si se cuenta con el correspondiente presupuesto y el civismo de quien lo cruza). La malla que lo envuelve crea espacios muy angostos en su parte inferior donde la suciedad, o simplemente hojas, se acumulan en lugares angulares de difícil acceso.
Lo bueno de esta malla es que proporcionará sombra tamizada en los días más duros del estío, y sera de agradecer. Así también permitirá un disfrute más placentero en semisombra de los bancos que surgen del desnivel que se produce por la diferencia de altura de los dos sentidos de cruce, aunque espero que el inicio y final de estos bancos en su arranque del suelo no provoquen muchos tropezones o caídas. Unas decorativas farolas en su interior provocan destellos y son el punto de apoyo a personas mayores.
Me resulta curioso que esta es la segunda intervención que conozco alrededor del puente de Toledo. Nunca paseé alrededor de unas estructuras rectilíneas en cemento y vegetal que existían bajo los arcos del puente en los lugares que dejaba sin cubrir el asfalto de la antigua M-30. Era un parque que observé en distintas ocasiones solo desde encima del puente y que era obvio que no funcionaba. Con el paso del tiempo se semi abandonó a su suerte y se llenaron de cartones y pintadas. Allá abajo quedaba cual escultura olvidada sin paseantes que lo disfrutaran, y quienes lo hacían no invitaban a los demás a compartir este espacio... no olvidemos público. Su problema era que se encontraba encajonado y no presentaba recorrido. No era parte de ningún recorrido ni obviamente presentaba un atractivo lo suficientemente fuerte como para justificar su visita.
Ahora se proyecta otro cambio. Más abierto, con menos recobecos, con más presencia de árboles y plantas. Con senderos para pasear en un recorrido longitudinal a lo largo de las riberas del Manzanares. Una apuesta por parte del Ayuntamiento de alto coste económico que de momento y con el elemento sorpresa funciona. En sí, como relajante paseo alejados de la presencia del tráfico (aunque se encuentra bajo tus pies) debería encontrar el la amplia población de Madrid un público constante en su visita para evitar su deterioro.
Y en cuanto al puente su recorrido se justifica ahora por la sorpresa. Conecta muy bien en la vertiente más cercana al centro, pero en su lado opuesto resulta algo confusa y larga en su conexión con el paseo por la ribera. Pero esto creo que son problemas puntuales que el día a día revela y que con imaginación o buscando el lado práctico se resolverán y no serán un escollo para su óptimo aprovechamiento.

domingo, 17 de abril de 2011

Un macarrón gigante en Madrid rio.





En las inmediaciones del puente de Toledo, cruzando en río Manzanares, se ha levantado una nueva estructura (nunca mejor dicho), un puente que une sus dos riberas.
Se trata de una estructura tubular partida en dos, desplazada en su centro, que me recuerda no se si a un macarrón o a un fusilli gigante. Su acabado exterior de acero, sus láminas perpendiculares a su centro y sus vigas entrelazadas en espiral se me antojan como una pieza de pasta que en sí resulta atractiva.
Me parece acertado su forma de apoyar en el centro. Su quiebro forma un mirador que permite descender mediante caminos serpenteantes a la orilla del rio. Permite una vista excepcional hacia aquello que han denominado la playa de Madrid. En esto no se es muy novedoso pues me recuerda a apuestas ya vistas en Barcelona 92 o la Expo de Sevilla, hace algunos añitos.
Más interesantes me resultan unos estanques ovalados situados en sus proximidades arropados por laderas pobladas de césped y árboles. En especial la que crea un remolino en su centro, sin surtidores. Crean espacios personales y relajantes, íntimos. Aunque también un poco escondidos...
Ya sabemos lo que son las prisas por las inaguraciones y es un poco una pena que el césped que circunda las supuestas "playas" apenas despunte sobre la tierra y en un solo fin de semana haya sido arrasado por un público deseoso de pasear. Es un poco malgastar un dinero al que le faltaría un mes para ser verdaderamente rentabilizado. Pero de este pecado que tire la primera piedra quien no...
Con seguridad se tendrán que realizar mejoras (el ser humano tiende a ir en línea recta y ya he visto atroches a través de las plantas) pero felicito al equipo que he sido capaz de concebir y ejecutar esta obra. Sus acabados son sorprendentes y muy aceptables. El cuidado de la colocación de tantos y tantos kilómetros de bordillos, adoquines, plantas. Su elección y ubicación demuestra que detrás de este proyecto se encuentra alguien que controla todas las fases del desarrollo.
Volviendo al puente hemos de esperar a ver como envejece, como supera los embites del gamberrismo. Da un toque de modernidad a las inmediaciones del puente de Segovia, crea un punto de atracción.
Espero que, como apostilló mi acompañante en la visita, poco a poco se cree una conciencia de respeto hacia la naturaleza y el espacio público al pasear por estas riberas creadas con mimo y esmero.

viernes, 15 de abril de 2011

Reflejos en La Casita del Príncipe.





En las proximidades de El Escorial, en su parte más baja, existe un pequeño palacete, encantador, de un gusto exquisito, diseñado por Juan de Villanueva. Fiel a su estilo clásico, depurado, este recinto daba servicio a los caprichos de una corte que de vez en cuando escapaba de la rigidez de El Escorial y pasaba una tarde de meriendas y conciertos rodeados por un jardín bucólico.
El edificio muestra una planta en T. En el extremo bajo de esa T, rodeado de jardines, se encuentra esta exquisita habitación oval. Desde el exterior, a través de las ventanas, y en un día luminoso día podemos contemplar como los blancos y dorados de las paredes se funden con los verdes y azules del jardín gracias a los reflejos que los mezclan en los vidrios de las ventanas.
Son unas imágenes sugerentes. No son el producto de una manipulación por ordenador. Es una forma sencilla y natural de observar imágenes fundidas que impactan.
Son el fruto de la curiosidad innata en cada uno y que nos empuja a asomarnos a las ventanas en busca de una mirada fugaz, un recuerdo del interior. Aunque para algunos es suficiente, no son comparables a la visita interior donde podrás imaginar esas tardes cortesanas, con múltiples personajes pululando por aquellas habitaciones.
Pero desde luego las imágenes resultan evocadoras.
En una imagen se resume la magia de una intervención arquitectónica acertada fundida con otra intervención paisajística igualmente calculada.

jueves, 14 de abril de 2011

Nuevos artículos en Verona.





Llevo varios días recibiendo nuevos artículos para la venta en Verona.
Son nuevos diseños en lámparas de sobremesa, de pie, pequeños detalles para quedar bien en cualquier invitación, y pequeños tesoros que quizás adquieran un significado especial para aquellos a quien lo regalemos.
Hemos ampliado la gama de aromas y fragancias en velas, tanto en las famosas bujías con aceites esenciales (en esta Primavera triunfa el lemon-grass así como también un clásico: manzana-canela), como en los vasos perfumados, 55 horas de fragancia difuminada con elegancia al encenderla, aunque una sorpresa por lo que perdura si se mantiene simplemente abierta.
Hemos recibido nuevas existencias de inciensos entre los que destaco varios: un clásico mejorado, verbena de tunicia, un intenso y fresco aroma acentuado con un toque cítrico; pomme de ambar, una delicada esencia que resulta de la combinación de entre otros de vainilla, ámbar, canela, manzana madura... y uno que comienza a ser un clásico: mandarina con tomillo, el dulce y suave perfume que se desprende de la fruta recien abierta, se complementa con acierto con un fuerte trayazo final de tomillo, una combinación desconcertante, ya lo he dicho acertada. Ya lo sé, muchos os llevais el dispensador en spray como colonia, y lo considero una tendencia original y distinta.
Bueno, en resumen, os esperamos en Verona, Pelayo 44 de Madrid, para mostraros el esfuerzo de una búsqueda en pequeños distribuidores de productos distintos y originales.

Primavera en Adidas Sport Station.





Luz.
Mucha luz en vertical en contraposición a los fluorescentes horizontales que iluminan el interior de este espacio dedicado al deporte en su versión moda y tendencias.
Seis fluorescentes verticales en grupos de tres (un guiño a las tres bandas, identidad de la marca Adidas) aparecen el los laterales de un escaparate con un marcado estilo industrial. Su instalación eléctrica se muestra al desnudo, sin aparente control, creando un look mecánico desenfadado.
Se ha concebido como un gran "palet" dispuesto verticalmente en el que se despliega un abanico de productos de la marca colocados en un aparente desorden ordenado.
Una bolsa de deporte nos descubre un trabajador que practica la natación y se preocupa por su calzado. Sigue las tendencias retro de esta temporada con la reedición de colecciones de los años ochenta y noventa.
Se acerca el verano y descubrimos pantalones cortos, toallas, complementos...
El efecto más importante conseguido es que la iluminación hace muy presente el escaparate tanto por la tarde, a pesar del efecto espejo que la luz de sol provoca en el cristal desde el exterior, tanto por la noche, donde a pesar del cierre distinguimos claramente los productos expuestos en el interior. La luz entrecortada por los agujeros de las láminas del cierre llaman nuestra atención y nos invitan a curiosear. Y de paso la iluminación que escapa a los entresijos de madera del palet también ilumina con nitidez el interior del local.
Una nueva apuesta para esta temporada.

martes, 5 de abril de 2011

Llega la Primavera...





Vuelve el color. La alegría.
La luz del sol por fin aprieta fuerte. Las temperaturas suben y dan ganas de abrir las ventanas. O de colocar flores delante de ellas. No hace falta gastarse una pasta. Con unas cuentas hojas verdes (ahora todo el mundo poda jardines y setos y son muy fáciles de conseguir) y unas pocas flores podemos convertir un rincón inerte de la casa en un pequeño paraíso. Cada uno imagina el suyo y es muy divertido intentar reproducirlo a pequeña escala.
El calor del sol ya se encargará de abrir las flores y como todavía no aprieta fuerte permite que estas aguanten mucho. Es el milagro de la Primavera. Y como no siempre tenemos tiempo de salir al campo o los jardines para disfrutarlo, sí podemos disfrutar de estas experiencias en algún lugar de la casa.
Ya se que el marco es importante. Yo preparo en mis obras lugares especiales para desarrollar puntualmente estos momentos. La iluminación... el encuadre... todo dispuesto para hacer más agradable el día a día y también permitir que el espacio que nos rodea pueda mutar según la temporada.

domingo, 3 de abril de 2011

La soledad de Neptuno.





Ahora que llega el buen tiempo, que el sol empieza a calentar las temperaturas, me resulta curioso bucear por los archivos de mis fotografías y recuperar imágenes. Ayer hablaba del diseño en la época clásica. De cómo aun con un lenguaje realista se podían realizar apuestas arriesgadas, combinaciones de elementos insólitos. Y me vino a la memoria unas instantáneas que realicé este invierno en un paseo por los jardines de La Granja.
Neptuno es una escultura "perdida" en un rincón alejado de la fachada del palacio. Es una sorpresa que sólo los más curiosos descubren tras ascender la ladera en la que desarrolla la fuente principal en cascada en el eje central con el palacio. Rodeas el cenador de la cúspide y vuelves a bajar la otra cara de la ladera hasta encontrar un amplio jardín poblado de impresionantes secuoyas y pinsapos entre otras especies de árboles. Sus gigantescas ramas sucumben al peso y rozan el suelo, se introducen en los setos de boj que marcan la geometría de unos jardines trazados con plumilla pero que resultan tremendamente naturales.
En los vértices de estas supuestas trazas desdibujadas por el crecimiento descontrolado de la naturaleza se sitúan esculturas elevadas en pedestales. Casi todas son dignas de ver pero la factura de algunas, su acierto compositivo, las convierten en obras de arte para mi excepcionales.
Y aquí es en donde llegamos a Neptuno.
Una solitaria escultura rodeada de vegetación, esculpida con fuerza y acierto. Sus acabados revelan el trabajo de un cincel utilizado con especial esmero (destaco el detalle de la concha situada a sus pies: el efecto conseguido nos desvela una superficie que se me antoja anacarada, con sus vaivenes ondulantes y sus distintas fases de crecimiento). Y el trabajo en hojas, dedos, barbas... es soberbio.
Su sencilla composición no descarta un movimiento sinuoso acentuado por los ropajes y una pierna adelantada que provoca naturalidad y volumen. No resulta una pose forzada, aunque sí lo sea un poco, y los detalles vegetales, junto con el tritón de sus pies abandonan el espacio ordinario destinado a ellos dentro de la base y lo sobrepasan escapando a unos límites y a unas reglas sabiamente trasgredidas.

sábado, 2 de abril de 2011

Museo arqueológico. Verona.





Sí lo es.
Encaramado en una colina con vistas al centro histórico de Verona (dentro de la misma ciudad, al otro lado del río Adigio), se encuentra el recinto del Museo Arqueológico de Verona.
Se ubica en varios edificios repartidos desde la parte baja junto al río a lo alto de una ladera. Incluye el antiguo teatro romano (en verano se realizan representaciones teatrales y conciertos) construido a la griega, apoyando las graderías en la colina. Un romántico recorrido te lleva a la parte alta donde aparece un monasterio medieval al que pertenecen las primeras fotografías (que a su vez se ubica sobre estructuras antiguas) acertadamente reconvertido en museo.
Me atrae la sencillez de sus instalaciones, la riqueza de lo expuesto (sin ser primerísimas obras sí son muy interesantes) y que sobre todo no se ha realizado una intervención museística aséptica, sino que conserva una imagen algo decadente, encantadora, relajada.
Comenzaba la entrada con esta afirmación porque viendo estas fotografías parecen no reflejar el marco idóneo de un museo. La vegetación natural crece en los muros de un claustro más cercano a la idílica imagen que se nos puede venir a la cabeza en historias de Romeo y Julieta, que de un museo. Las vistas desde sus ventanas a la ciudad son magnéticas. No puedes evitar asomarte y disfrutar del espectáculo de una urbe que conserva un encanto especial. Hacerte fotografías con un fondo único a la vez que imaginar los avatares que aquellos salones han visto y escuchado. Sus paredes descubren restos de numerosas intervenciones, sobre todo pinturas, que conviven perfectamente con las obras expuestas.
Y como muestra de una de esas piezas, la última imagen muestra el pedazo de una obra romana. Hoy se habla de diseño, y esto es lo que para mí todo un reflejo de esfuerzo creador. Conjugar formas y curvas, resolver encuentros.
Puede que sea una pata de "algo", no me acuerdo. Quizás una terminación escultórica. Pero la sabia y perfecta yuxtaposición de la cabeza de un carnero como simple terminación, el otro extremo convertido en cabeza de ave, la suave curva de la superficie lisa surcada de elegantes molduras, el atlético cuerpo arrodillado y amoldado a las formas en las que se apoya... No me importa el lenguaje realista o clásico escogido. Sino su natural y acertada resolución.

Bueno, ya teneis otra excusa para visitar una de mis ciudades favoritas.

viernes, 1 de abril de 2011

Lavabo Imperio (II).






Segunda entrega con detalles acerca de una temprana obra realizada hace más de quince años. Esta pequeña habitación situada en la planta calle, un poco sobreelevada, de un chalet a las afueras de Madrid, resultó un aseo de inspiración clásica.
Lo que más sorprende es su techo inclinado a dos vertientes. Es como penetrar en el habitáculo de un templo con el tejado a dos aguas, con una cornisa que marca el inicio de estas superficies no horizontales y refuerza su grado de inclinación.
Lo segundo que llama la atención (aparte del color vivo en un calmado rojo intenso) es el único mueble. El lavabo posee elementos que ya descubrirás en comentarios anteriores, y un espejo sencillo resaltado con dos pilastras planas con tres canales, una pareja de capiteles y un bajorrelieve de bronce pavonado en oro.
Todo con un aire muy a la romana.
Por encima de la cornisa superior del espejo una luz proyecta iluminación hacia el techo, que adquiere el tono cálido (rojizo) de sus superficies y se rebota hacia toda la estancia creando un espacio íntimo, personal, como no deja de ser la función de esta habitación.
El suelo es de mármol crema, una "isla" de claridad que se prolonga con un zócalo de 60 cms. en el mismo material solo interrumpido en el centro, a los pies del lavabo, con una incisión cuadrada de mármol verde a modo de alfombrilla, creando un centro irreal del habitáculo y desplazando la atención que sino recaería inevitablemente sobre el sanitario.
Al principio diseñé (y se empezaron a pintar) unas sencillas decoraciones en pintura sobre las paredes, pero la rotundidad del fondo rojizo sobre todas las superficies pintadas, son el marco perfecto para la colocación de elementos decorativos (cuadros, grabados y alguna que otra pieza) que seguro son admirados con atención en la soledad del uso individual que tiene este espacio.