En la esquina de un salón, en un espacio un poco oscuro, diseñé este mueble bar. Madera y cristal, materiales con los que me siento cómodo, fueron las bases de este desafío con un protagonista esencial: la luz.
Una disposición en baldas dentro de una estructura aparentemente simple es lo que podemos apreciar en una primera impresión. Justo lo que se pretendía: una intervención sin estridencias. Lo que ocurre en realidad es una cosa bien distinta: un mueble sin apoyos, suspendido de la pared y con una gran carga en peso. Una instalación eléctrica que ha de proporcionar luz gradual, en muchos tramos no consecutivos y en sentido longitudinal. Una ordenación no repetitiva debido a las medidas disponibles y concretas sobre las que actuar, y a unos elementos que han de llenar el conjunto y que no repiten patrones.
El resultado fue una intervención equilibrada. Serena en cuanto a que ordena en un mismo espacio los dispares diseños de las botellas, a la vez que permite una sencilla localización. Destacar el trabajo en cristal de un tallado concreto en una colección de piezas, mostrando diferentes estilos agrupados por volúmenes. El conjunto se completa con varios elementos antiguos en orfebrería que aportan distinción y estilo, junto con diseños contemporáneos que actualizan y convierten en práctico un espacio destinado al placer.
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