Entre las numerosas obras que se pueden contemplar en el museo instalado dentro del Castillo Sforza en Milán, este bajorelieve llamó en especial mi atención. Situado en una estancia dominada por una espectacular bóveda decorada al fresco con estrellas llameantes, destaca por la pureza del mármol blanco. Es un marco, no sé si de una ventana, hueco o hornacina, en la que unos ángeles tallados en bajorrelieve son situados en progresión hacia el centro.
Es una obra de perspectivas, típica preocupación renacentista que indagaba cómo resolver la representación del volumen, del espacio.
Estamos admirando el interior de un cubo perfecto. Vemos cinco de sus seis caras: la superior con un clásico artesonado de rosetones, la frontal con un hueco que nos permite prolongar su profundidad, los laterales, en las que dos sutiles dinteles resaltan con rotundidad la profundidad de dos puertas desde donde aceden unos ángeles al centro del cubo; y la inferior, en la que unos desnudos pies se apoyan siguiendo una disposición que refuerza la perspectiva.
Me parece un espectacular ejemplo de la maestría de unos escultores que con un mínimo resalte, consiguen un asombroso efecto de profundidad. Es como un muy logrado dibujo con sombras, pero en relieve casi plano. Algo muy difícil de conseguir.
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