Este era un trabajo complicado. El desarrollo de una obra no siempre acaba por seguir lo imaginado. Y este era el caso.
Llevaba tiempo concluida la reforma de esta planta baja en un chalet, pero la escalera seguía desnuda, en una estructura de hierro con pisas de madera. El rellano desde donde partía en la planta superior había avanzado dos escalones por diversas razones de obra. Pero la altura que salvar era considerable y no se disponía de más espacio donde ampliar el recorrido. Resultado: los peldaños resultaban demasiado altos, estrechos... y ¿cómo se solucionaba el forrado?.
Se barajaron diversas soluciones: escalera abierta (seguramente abría quedado un pastiche de estilo), cambio de forjado... Al final se optó por continuar el estilo del entorno y mantener la estructura original, aunque para ello su ancho fuera doble, incluso decreciente. Se añadió un escalón en abanico en el rellano inferior, otro encajado en su vuelta...
Lo más sorprendente es la aparente sencillez del resultado. Es muy fácil decir ahora: "yo también lo hubiera hacho así" pero me gustaría, como muchos antes, que se hubieran enfrentado a la ejecución. Fue un trabajo de impresiones más que de números. La escalera seguía inclinada, pero la sensación no es de pánico al bajar. Un escalón mas bajo y amplio al principio te ayuda a enfrentarte a ella, instintivamente te colocas donde más cómodo te resulta... bueno, que se utiliza a diario y aún nadie se ha caído por ella...
Se ha mantenido la impronta clásica (en consonancia con su entorno), pero la solución en nada lo es. Resulta a la vista agradable a pesar de sus dimensiones, no es un mamotreto de rellanos (a pesar de tenerlos), bueno, en conclusión, una solución muy calculada, de ejecución pausada y artesana y resultado práctico.
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