sábado, 18 de diciembre de 2010

Clásica tradición. Encargo de escaparate.





Con la Navidad llegan los encargos. Montar un belén, para mí, es un desafío a la creación de una maqueta, un microcosmos que ha de encantar. Es el montaje de un reino mágico que cada espectador verá con sus propios ojos, y no dudo de que cada uno ve algo diferente. Para que esto funcione me centro en los detalles, en la creación de ambientes costumbristas individuales que unidos, y en su conjunto, formen un todo con armonía.
No olvido que esto es un reclamo publicitario, pero sé que funciona cuando niños y no tan niños estampan sus caras contra el cristal, hacen que su aliento lo empañe, y dibujen una sonrisa en su rostro. Allí están, frente al escaparate del local como cada año, esperando que hay de nuevo que les pueda sorprender.
Y por mi parte intento no defraudar.

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