jueves, 3 de febrero de 2011

Curiosidad en el Castillo Sforza. Milán.





¿Cuales son los recuerdos que persisten tras la visita a un museo? Muchas veces, simplemente, pequeños detalles.
Obras curiosas que escondidas en rincones no preferentes, nos invitan a una reflexión personal, individual. Es la magia del entorno, la ubicación de las piezas, y un valor que revindico para todo aquello que no aparece en las guías pero que nos permite entender y comprender lo que visitamos.
El Castillo Sforza en Milán, es uno de esos Museos que no destaca por la importancia de sus cuadros o esculturas. Es un edificio cargado de historia, abierto a la imaginación. Sus patios y estancias son el marco de una colección variada de la que ahora reflejo tres elementos.
La cabeza y el tronco de una escultura móvil... ¿inquietante? Cual sería su función. Quizás intimidar a una masa inculta de sujetos, incapaces de comprender en aquella época la "tecnología" puntera que lo accionaba...
Un tondo, o relieve en marco redondo, de terracota. Fuera de contesto (fachada de un edificio) pero ubicado de manera muy acertada en lo alto de una cornisa interior. ¿Su tema? Acciona tu imaginación y si pretendes comprenderlo revisa la obra gráfica de Leonardo durante su estancia en Milán.
Por último, el perfil de un vigoroso niño, recortado sobre el fondo difuminado de un fresco...
Imágenes que refrescan en mi memoria la visita a un edificio sombrío, de profundos patios y gruesas paredes. Piedra y ladrillo en sus muros que ocasionalmente se vestían con impactantes pinturas. Pero esta es otra historia...

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