domingo, 24 de abril de 2011

Barbacoa. Grandes rocas.





Cuando se construyó esta barbacoa una de las primeras fases que determinó su forma fue la colocación intuitiva de estas grandes piedras. Tres grandes bloques de arenisca, traídos con un camión pluma y de difícil manejo.
Bueno, lo primero si que fue más intuitivo. En una rampa de arena por la que descendían los camiones a la parte baja de este jardín, un día, aprovechando una escavadora ordené que se hicieran unas incisiones en la pendiente. Quería acotar el paso de vehículos, y de ahí surgió la futura planta de la barbacoa. Irregular, sin escuadras. Con la misma pala se hicieron los huecos para apoyar los grandes bloques de roca, enterrados una buena parte para asegurar su estabilidad.
De ahí surgió la necesidad de plantear la encimera de trabajo, canalizaciones (electricidad, agua, conducciones de riego, iluminación...) y todos aquellas zonas que en su conjunto darían forma a esta pieza.
Con elementos antiguos (me encanta la inscripción en una viga que la databa en el año 1868, si no me falla la memoria), y otros modernos, se fue creando un espacio agradable, natural, como si siempre hubiera estado allí.
Una reja antigua, traviesas de vía, una columna de inspiración clásica algo tosca, un lavabo similar, losetas de mármol envejecidas, la melena (contrapeso) de una antigua campana de iglesia... todo fue lentamente encajando.
Para el suelo se empleó losetas envejecidas, buscando el lado práctico en cuanto a limpieza se refiere, y su enlace con el resto de pavimento rústico en piedra irregular se realizó mediante una sencilla banda de losetas en distinto color. Simple y discreto.

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