sábado, 2 de abril de 2011

Museo arqueológico. Verona.





Sí lo es.
Encaramado en una colina con vistas al centro histórico de Verona (dentro de la misma ciudad, al otro lado del río Adigio), se encuentra el recinto del Museo Arqueológico de Verona.
Se ubica en varios edificios repartidos desde la parte baja junto al río a lo alto de una ladera. Incluye el antiguo teatro romano (en verano se realizan representaciones teatrales y conciertos) construido a la griega, apoyando las graderías en la colina. Un romántico recorrido te lleva a la parte alta donde aparece un monasterio medieval al que pertenecen las primeras fotografías (que a su vez se ubica sobre estructuras antiguas) acertadamente reconvertido en museo.
Me atrae la sencillez de sus instalaciones, la riqueza de lo expuesto (sin ser primerísimas obras sí son muy interesantes) y que sobre todo no se ha realizado una intervención museística aséptica, sino que conserva una imagen algo decadente, encantadora, relajada.
Comenzaba la entrada con esta afirmación porque viendo estas fotografías parecen no reflejar el marco idóneo de un museo. La vegetación natural crece en los muros de un claustro más cercano a la idílica imagen que se nos puede venir a la cabeza en historias de Romeo y Julieta, que de un museo. Las vistas desde sus ventanas a la ciudad son magnéticas. No puedes evitar asomarte y disfrutar del espectáculo de una urbe que conserva un encanto especial. Hacerte fotografías con un fondo único a la vez que imaginar los avatares que aquellos salones han visto y escuchado. Sus paredes descubren restos de numerosas intervenciones, sobre todo pinturas, que conviven perfectamente con las obras expuestas.
Y como muestra de una de esas piezas, la última imagen muestra el pedazo de una obra romana. Hoy se habla de diseño, y esto es lo que para mí todo un reflejo de esfuerzo creador. Conjugar formas y curvas, resolver encuentros.
Puede que sea una pata de "algo", no me acuerdo. Quizás una terminación escultórica. Pero la sabia y perfecta yuxtaposición de la cabeza de un carnero como simple terminación, el otro extremo convertido en cabeza de ave, la suave curva de la superficie lisa surcada de elegantes molduras, el atlético cuerpo arrodillado y amoldado a las formas en las que se apoya... No me importa el lenguaje realista o clásico escogido. Sino su natural y acertada resolución.

Bueno, ya teneis otra excusa para visitar una de mis ciudades favoritas.

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