viernes, 17 de diciembre de 2010

Venecia. El tiempo no perdona.





El tiempo no se detiene. Ni tampoco sus efectos.
Y uno de los lugares en donde mejor se puede observar es Venecia.
Si eres capaz de escapar del tumulto provocado por los miles de turistas que pasean por sus calles a diario, y te paras a mostrar curiosidad hacia sus rincones ocultos, detrás de los portones, en lo alto de las cornisas o a la altura del suelo, descubrirás la Venecia verdadera.
Esa Venecia que se deshace poco a poco, que convierte sus esculturas en polvo, que inclina peligrosamente sus torres. Sus consecuencias son terribles... ¿o no?. Reconozco una admiración inexplicable hacia la ruina en sí. Enciende mi imaginación.
Decadencia. Decadencia en estado puro.
Así se muestra Venecia.

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