Romano, árabe, renacentista, barroco... este palacio resume una época, un estilo que conjugaba todo en simbiosis. Sin miedo ni prejuicios.
El afán por descubrir culturas pasadas: romana, que hasta entonces solo eran olvidadas piedras con formas enterradas bajo tierra, carentes de valor artístico y significado); árabe: herencia local de un pasado reciente con esplendor y las nuevas modas llegadas desde el poder en Roma (renacimiento, barroco...), se conjugaban en un espíritu que pretendía rodearse de ambientes y "cosas" bellas.
Este conjunto, el Palacio de Lebrija, que se esconde tras los muros y las rejas de una edificación casi inadvertida entre las angostas calles del centro de Sevilla, nos ofrece la posibilidad de ver detenido en el tiempo aquel espíritu, preguntarnos su valor, su actualidad, su sentido y saber si hemos avanzado mucho desde esa época.
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